
Leonor Alexandra Rodríguez Alava, Carmen Liliana Mendoza Intriago, Betty Alarcón Chávez
Revista Mikarimin. Publicación cuatrimestral. Vol. 6, Año 2020, Edición Especial
En el ámbito de los niños, el abuso sexual infantil, es toda actividad encaminada a proporcionar
placer sexual, estimulación o gratificación sexual a un adulto, que utiliza para ello a un niño/a,
aprovechando su situación de superioridad. También este puede darse por un menor de edad,
cuando es significativamente mayor al menor agredido sexualmente. Se parte del supuesto que un
niño dependiente, inmaduro evolutivamente, no debe implicarse en actividades sexuales que no
comprende plenamente o para las que no está capacitado para dar su consentimiento (Cantón &
Cortés, 1999); es decir, que, aunque esta actividad se desarrolle bajo la aprobación del o la
menor, este no posee un estado de madurez psicológica, emocional y afectiva para tomar
decisiones en este ámbito, debido a las connotaciones legales, sociales, biológicas y fisiológicas
propias del desarrollo.
El abuso sexual es una forma de maltrato infantil que se diferencia de las otras tipologías en: la
presencia del engaño, manipulación e intimidación emocional; los niños no perciben inicialmente
la actitud intrusiva del adulto como una vulnerabilidad a su integridad sexual, por lo tanto, el
componente sexual de esta forma de maltrato hace que su detección, la revelación e incluso la
persecución de este tipo de delitos sea mucho más difícil (Villanueva, 2005). Esta realidad debe
ser asumida como un asunto de salud y seguridad pública; datos encontrados revelan deficiencias
en la atención primaria a las víctimas de este tipo de delitos, sobre todo en países en vías de
desarrollo, lo cual interfiere en el puente de acceso y adhesión a tratamientos de seguimiento y
continuidad, siendo determinante en el futuro de su salud (Samudio & Arévalo, 2012).
La bibliografía consultada determina que el ámbito más frecuente donde se produce el abuso es el
ámbito familiar, lo que hace su abordaje más problemático. Cuánto más cercano a la familia es el
acto de abuso más difícil es trabajar, teniendo en cuenta, además, que, en el caso de niños
pequeños o personas con discapacidad, la información solo llega a través de terceros. En América
Latina, 1 de cada 5 niños son abusados por un familiar cercano; en más del 50% hay evidencias
de situaciones incestuosas; el 80% son amigos, vecinos o parientes (Lopéz, Gigato, & Alvarez,
2012)
Las consecuencias en las víctimas suelen diferenciarse por aspectos tales como: a) la relación que
el menor tenga con el victimario; es decir, si este es un familiar, un extraño, u otro niño mayor,
considerando que los delitos sexuales intrafamiliares tienen implicaciones traumáticas superiores,
ya que le involucran sentimientos contradictorios respecto a la protección, apego y confianza que
se espera sentir por familiares; b) la existencia o no de violencia durante el acto sexual, y, c) la
individualidad de cada víctima, puesto que no todos los menores muestran el mismo grado de
afectación, ya que el trauma es el resultado de un acontecimiento al que la persona no le
encuentra significado y experimenta como algo insuperable e insufrible (Villanueva, 2005).
En las víctimas de delitos sexuales infantiles, se generan secuelas a nivel físico, psicológico, y
social, las que pueden aparecer a corto y largo plazo, a corto plazo se puede evidenciar durante la
infancia los principales efectos parecen ser los problemas somáticos (enuresis, encopresis,
dolores de cabeza y dolores estomacales), retrasos en el desarrollo, problemas internalizantes
(especialmente ansiedad y retraimiento), y especialmente, trastorno de estrés post-traumático y
conducta sexualizada (por ejemplo, masturbación excesiva o en público) (Mellon, Whiteside, &
Friedrich, 2006), mientras que a largo plazo se pueden llegar a evidenciar: trastornos disociativos
de la personalidad, del funcionamiento sexual, de la alimentación, de estrés postraumático, de
ansiedad, trastornos ginecológicos, gastrointestinales o coronarios, aparte de graves problemas en
la conducta sexual; así como estados de depresión, ansiedad, baja autoestima, ideas e intentos de