
Galo Ladino Núñez Aldaz, Hayk Paronyan, Miriam Alexandra Yamasque Paredes, Pedro Mauricio Galarza Quezada
Revista Mikarimin. Publicación cuatrimestral. Vol. VIII, Año 2022, No. 3 (septiembre-diciembre)
intercultural, no han considerado la sostenibilidad como parte de las diversas corrientes
académicas que indican profundas transformaciones en los objetivos de las ciencias sociales. Si
se considera que, los estudios interculturales son el resultado de movimientos multiculturalistas
que gradualmente han adoptado el discurso de la interculturalidad como parte de la evolución
actual de la discusión, entonces deben considerarse una parte importante de los movimientos
sociales de antiglobalización (Santos, 2010).
Por esa razón, los movimientos, sus pensadores y sus líderes, abogan por nuevas formas de
utopismo y ven la promoción de la equidad social, étnica y epistemológica como parte integrante
de la diada interculturalidad-sostenibilidad. Incluso si los términos sostenibilidad e
interculturalidad, aunque no son utilizados por muchos intelectuales y líderes indígenas (o
incluso por académicos que estudian estos asuntos), ciertamente existen otras expresiones más o
menos equivalentes a tales términos y, por lo tanto, es relevante explorar el nuevo paradigma de
lo que se conoce como súmak káusai.
De tal manera, la equivalencia sería difícil de traducir interlingüísticamente debido a varias
construcciones epistemológicas diferenciadas por cultura. En vista de la falta de la translocación
conceptual e idiomática de conceptos tales como la interculturalidad y la sostenibilidad entre las
culturas indígenas, es necesario establecer un punto de referencia que permita el diálogo
intercultural, identificando las visiones particulares, que tienen estas culturas, así como su
perspectiva cognitiva, ética y enfoque práctico de las relaciones entre sociedad, cultura y
naturaleza. En este sentido, según Leff, (2005) las etnociencias, sus principios y sus métodos
actualmente brindan algunas de las mejores formas posibles de revelar caminos y recursos que
podrían establecer un intercambio dialógico de conocimientos en torno a la agenda de
interculturalidad-sostenibilidad.
Hablar sobre teorías, prácticas y políticas públicas de Educación Ambiental en Ecuador significa
enfatizar que es un país pionero en el reconocimiento constitucional de los derechos de la
naturaleza. Es el único país del mundo que establece la naturaleza como sujeto de derecho. El
"Buen Vivir" es una propuesta política y filosófica basada en Sumak Kawsay, una cosmovisión
ancestral de Kichwa que entiende a los seres humanos como una parte integral e interdependiente
de su entorno social y natural. Esta cosmovisión también se conoce como Suma Qamaña para el
pueblo aymara de Bolivia (Tortosa, 2011). Por lo tanto, el Buen Vivir es la esencia de la
filosofía indígena amerindia, que se caracteriza por su visión biocéntrica, intercultural,
plurinacional y descolonial (Reiter & Walsh, 2018). Este enfoque está presente en la Constitución
ecuatoriana de 2008 y en su séptimo capítulo reconoció los derechos de la Naturaleza en los
artículos 71, 72, 73 y 74 (CONSTITUCION DEL ECUADOR, 2008).
En su conjunto, la Constitución de 2008 diseña el ejercicio integral de la tutela estatal sobre el
medio ambiente y la corresponsabilidad de los ciudadanos en su preservación, que debe
articularse a través de un sistema nacional descentralizado de gestión ambiental. Es por eso que
las políticas públicas para la restauración de la naturaleza están orientadas hacia la gestión
intersectorial y participativa de la responsabilidad compartida. De esta manera, se propone una
gobernanza interinstitucional que reemplaza la visión antropocéntrica de la economía tradicional,
y busca consolidarse a partir de una concepción biocéntrica que restaure y regenere los
ecosistemas (Collado-Ruano et al., 2019).
Al mismo tiempo, la Constitución ecuatoriana considera que la educación es un derecho humano
y un área prioritaria de política pública para garantizar la equidad y la inclusión social. La