Sin embargo, como actividad laboral existente enfrenta varios desafíos, entre ellos, el hecho de
que no cumplen con las características estipuladas por el Decreto 348 de 2015, que regula las
condiciones de prestación de trasporte como servicio público (Presidencia de la República de
Colombia, 2015), y el decreto 2961 de 2006 el cual deja bajo regulación de los gobiernos locales
las medidas para restringir el trasporte de pasajeros en motocicleta (Presidencia de la República
de Colombia, 2006). Esta situación somete a quien escoge desarrollar esta actividad a la
ilegalidad y aumenta su vulnerabilidad frente a los entes de control, lo que puede afectar su
bienestar económico y emocional.
El mototaxismo se ha convertido en una alternativa de transporte para muchas personas que
prefieren utilizar este medio por considerarlo práctico (sin costos diferentes a tener una
motocicleta) y accesible (no requiere de experiencia), no solo en zonas urbanas sino también en
zonas rurales (Castillo et al., 2013; Cerquera et al., 2019). A nivel ocupacional, como alternativa
de trabajo es accesible ya que no genera costos de inversión diferentes a tener una motocicleta y
no requiere de experiencia (Gómez et al., 2021); sin embargo, requiere de habilidades técnicas
respecto al manejo de la motocicleta, la orientación y la resolución de problemas, manejo del
tiempo, así como competencias específicas respecto al manejo de estrés, presión por el tiempo,
servicio al cliente, manejo del estrés y comunicación efectiva, aspectos que están asociados con
estudios sobre aspectos culturales asociados a la accidentalidad en motociclistas (Andrade et al.,
2022; Rezende et al., 2019).
Teniendo en cuenta que por ser un servicio denominado de contacto directo por sus
características debe darse de manera armónica, donde los usuarios se convierten en clientes
regulares (Jerez, 2022). Esto presenta implicaciones condicionadas por la motocicleta, que van
desde el ejercicio de conducción, al enfrentarse diariamente a situaciones complejas, como el
tráfico vehicular, el riesgo de accidentes, la percepción de seguridad, y aspectos culturales,
generando demandas emocionales importantes (Andrade et al., 2022), como factores
intralaborales, hasta la comunicación y el relacionamiento e interacción con los usuarios, las
condiciones personales y familiares como factores extralaborales.
El trabajo emocional, entendido como la necesidad de los trabajadores para cumplir con las
expectativas y demandas emocionales de los clientes, controlar sus emociones y expresiones
negativas en el trabajo (López et al., 2018; Moreno et al., 2010), siendo estas reguladas por las