Así pues, es posible citar algunos factores que permiten asociar dicha problemática con la gestión
urbana frente a riesgos, emergencias y desastres en determinada población. Por ejemplo, la Unidad
Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (2015, p.8) expone que el conocimiento sobre
gestión de amenazas permite emprender acciones prospectivas que no se limitan a la preparación,
atención y respuesta ante emergencias, sino que se orientan a contrarrestar las preexistencias de
tipo natural que favorecen la ocurrencia de desastres en un escenario dado, y permiten consolidar
territorios ambientalmente sostenibles. Es más, Gómez (2001) sostiene que al hacer énfasis en las
vulnerabilidades de un territorio se pueden superar algunas limitaciones implicadas en la
evaluación tradicional de impactos ambientales que se centra, por lo general, en fenómenos físicos.
En este contexto, resulta pertinente la implementación de acciones que contribuyan a mejorar las
condiciones ambientales de las comunidades y que, a su vez, las prepare para ejecutar
procedimientos que permitan minimizar las consecuencias derivadas de situaciones de emergencia
que, por los impactos ambientales de las actividades sociales y económicas de su población, se
puedan materializar. Dicho esto, la gestión del riesgo se considera una herramienta con potencial
para transformar territorios, necesaria para abordar las vulnerabilidades de una comunidad.
Dicho esto, es necesario destacar dos aspectos determinantes al momento de desarrollar un proceso
de gestión del riesgo: las clases de vulnerabilidad del territorio y los sistemas de información
disponibles. En cuanto a las primeras, (Ilijam et al., 2022) destaca que en un escenario pueden
confluir vulnerabilidades ecológicas, físicas, económicas, social, educativa, cultural, política y
científica; con igual importancia al momento de intervenir la zona afectada. En relación con los
sistemas de información disponibles, (Avendaño Cipagauta, 2014) establece su importancia y
utilidad para la visualización de zonas geográficas con mayor nivel de exposición a las amenazas
que se detecten. Asimismo, (Lazaro Barreto, 2015) destaca que el uso de sistemas de información
facilita el despliegue de los mecanismos de prevención y mitigación que abordan las estructuras
vulnerables de un territorio.
A este respecto, diferentes perspectivas han sido consideradas al momento de abordar la gestión
del riesgo en Colombia y el mundo. Por ejemplo, (Vásquez Santamaría et al., 2020) hicieron un
análisis de la integración de la perspectiva de género y la gestión del riesgo de desastres en los
planes y proyectos de ordenamiento territorial municipal. Como conclusión, destacan que en
Colombia se ha dado prioridad a la gestión del riesgo como criterio para la destinación de inversión